Publicado en
Diario de Navarra
Dolores López, Carolina Montoro y Juan José Pons |
Profesores de Geografía
Douglas Massey, recientemente galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, es el sociólogo de las migraciones, referente mundial en la mirada etnográfica a los procesos que llevan a las personas a dejar su hogar para intentar llegar a otro donde poder vivir mejor. La metodología desarrollada con su colega mexicano Jorge Durand en el Mexican Migration Project -la encuesta etnográfica que conecta las redes familiares migratorias para intentar comprender el funcionamiento real de estos procesos- se ha replicado a muchos otros orígenes. En nuestro caso, como profesores del área de Geografía de la Universidad de Navarra, al estudio de los marroquíes en la Comunidad Foral.
Pero el deseo del profesor Massey no es sólo comprender los procesos migratorios sino, también, entender las historias personales de los migrantes, sus penas y alegrías, llegando para ello a utilizar como fuente de estudio las pinturas votivas mejicanas que se recogen en uno de los libros más originales de Massey (en coautoría con Durand) titulado “Milagros en la Frontera: Retablos de Migrantes Mexicanos a Estados Unidos”.
Tuvimos la fortuna de conocerle, de la mano de nuestra colega y amiga Magaly Sánchez-R, investigadora también en el Office of Population Reseach (OPR) de la Universidad de Princeton. Douglas Massey no sólo nos brindó a los tres la oportunidad de hacer una estancia de investigación en el prestigioso centro, sino que también participó en el Workshop “Mestizaje, identidad y cohesión social. El gobierno de los movimientos de población” que, en mayo de 2011, organizamos en la Universidad de Navarra, con el Instituto Cultura y Sociedad.
Los tiempos compartidos a ambos lados del océano nos permiten mostrar un retrato del profesor Massey un poco más personal, que complementa la información que ha inundado los medios de comunicación y que muestra su apabullante trayectoria profesional como investigador de las migraciones y de la segregación residencial. Massey es un auténtico maestro, cercano, afable, y con una sensibilidad especial para percibir las necesidades de los demás. Es un cultivador de la amistad académica, tan necesaria en la universidad de hoy, y que abarca no sólo a sus alumnos de grado y doctorado, sino también a sus colegas e incluso a los profesores invitados que íbamos apareciendo por el OPR cuando lo dirigía. Su capacidad de escucha, de mesura de palabra a pesar de su profunda sabiduría o su apertura a intentar comprender los postulados ajenos son cualidades que aportan una cercanía poco frecuente en el trato con personas de su talla intelectual.